Colando la Semana de la Moto


Se agotó la licencia que nos dio la moto. Desde la tarde del domingo, ya volvíamos a ser los habitantes de este puerto los dueños de la ciudad, los anfitriones que descansan exhalando el suspiro tras la puerta; los de adentro. Y se nos diluyeron los dos magnos periodos que abren la agenda de la temporada Primavera-Verano de nuestro quehacer turístico. Pasó la Semana Santa y pasó la Semana Internacional de la Moto diluyéndosenos entre los botes de basura que excedieron su capacidad, casi como los hoteles de nuestro puerto.


La Cartelera
Y sépaselo bien, esperábamos más de 20,000 asistentes al evento más bad-ass del año. Para eso, el comité organizador del Moto Club Mazatlán hizo todo lo posible por asegurar que su cartelera contara con lo mejor que se pudiera ofrecer a ese macho lifestyle.
            Bikinis; el paseo del Puente Baluarte; un par de competiciones de velocidad, de destrezas y de estética motorista; La Cuca para un jueves; Los Enanitos Verdes para el viernes y Quiet Riot para el sábado, en la clausura del evento, ante el naufragio de las negociaciones con Mägo de Oz. Todo lo anterior se repartiría entre La Plaza de la Moto y Joes Oyster Bar, por supuesto con algunas sedes alternas, dedicadas específicamente para las competencias motorizadas.
            Tampoco está de más decir que estos tres días el cuarto del pilón no se logró-, el puerto percibió cerca de 500 mdp de derrama económica por parte de los choppers. Aun cuando, en opinión de los comerciantes que se hicieron de la renta de alguno de los locales de La Plaza de la Moto, no se cumplió el estimado de mercancía vendida del año anterior. Y ni siquiera la asistencia supieron considerar superada. El viernes de Los Enanitos Verdes fue el evento más concurrido por locales y visitantes. No tanto ocurrió con el grupo anglo parlante, Quiet Riot.

El Negocio
De que se vendió, se vendió. Lo dicen los últimos índices de Seguridad Vial, cuando apuntan que si bien, se puede calificar la conducta de los motociclistas como regular, esta semana de pascua dejó un saldo rojo de por lo menos 10 siniestros provocados por los avispones motorizados. Y sí. La gran mayoría de los accidentes fueron provocados bajo el amparo del alcohol. Pero no se tome a mal, el saldo se redujo considerablemente con respecto al año anterior. Esto porque, como se nos fue confiada la ríspida relación de los organizadores con la dependencia de seguridad, nuestros centinelas no movieron el dedo del renglón con las medidas de seguridad básicas del tráfico vial. No se fue laxo con los cascos, como no se discriminaron los pantalones de piel.

Pasó

Pero ya pasó. Ya se resolvieron las crisis de basura y desperdicios en playas y aceras, por lo menos en nuestra zona hotelera; se desmantelaron los puestos y kioskos y tiendas de la Plaza de la Moto, con todo y alguna moto perdida huyendo hacia el atardecer en el asfalto; ya volvió a reorientarse el flujo de agua, excepto en las colonias en las que nunca ha habido y los taxistas ya cazan oficinistas de nuevo. Se nos diluyó la semana de la moto y nos quedó la lama de lo cotidiano entre las manos.


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